En la noche del 17 de septiembre a las 23:10, en vísperas del Día de Alianza, partió a la Casa del Padre Genaro De Fazio, servidor muy querido del Santuario. Su vida y su entrega fueron un testimonio luminoso de fidelidad a la Mater y a su misión.
Nacido el 1º de noviembre de 1953, de ascendencia italiana, se distinguió siempre por su humor chispeante y su alma generosa. Era de esos hombres que regalaban no solo su tiempo y su trabajo, sino también gestos sencillos, como aquellas prepizzas cocidas que ofrecía con cariño para que cada uno pudiera llevarlas a su casa. Su presencia alegraba los encuentros en el Santuario, especialmente en los momentos de servicio compartido.
Junto a su esposa, formó parte del Equipo de Bienvenida de los Servidores, el grupo encargado de acoger a los peregrinos que llegan al Santuario. Ambos vivieron su compromiso con gran responsabilidad y fidelidad, conscientes de que servir a la Virgen es, en última instancia, servir a sus hijos.
¿Qué significa ser Servidor del Santuario?
Los Servidores son peregrinos que, habiendo sellado su Alianza de Amor con María, se comprometen, por medio de un contrato de voluntario y una consagración a la Virgen, a ofrecer horas de trabajo al servicio de los peregrinos.
Su misión no se limita a “hacer tareas”: se trata de regalar lo que se lleva dentro, de vivir el servicio como prolongación de la Alianza de Amor sellada con María. Además, los Servidores se forman en la espiritualidad de Schoenstatt para ser instrumentos dóciles en manos de la Virgen, y cada uno se integra en diferentes áreas según los dones recibidos: bienvenida, parque, liturgia, infraestructura, entre otros.

El servicio oculto de Genaro
Genaro había asumido su compromiso de servicio para el ciclo octubre 2024 – diciembre 2025. Sin embargo, casi inmediatamente su enfermedad comenzó a avanzar con rapidez. Ante esta situación, desarrolló su servicio de otra manera: ofreció todos sus sufrimientos como aportes al Capital de Gracias, para que la Mater en el Santuario los transformara en bendiciones para los peregrinos.
Ese ofrecimiento silencioso y heroico fue, sin duda, su servicio más profundo y fecundo. Allí donde ya no podía estar físicamente en el Santuario, permaneció presente con su entrega interior, sosteniendo la vida del Santuario y la misión con su dolor transformado en amor.
En la última visita que le hicimos, junto a la Hna. María Ester, compartió unas palabras que quedaron grabadas en el corazón de quienes lo escucharon. Con voz debilitada por la enfermedad, pero con los ojos brillantes, decía: “No me falta nada, lo tengo todo.”
Agradecía por su esposa, por su familia, por su casa, por los amigos y por todos los que lo acompañaban. También era llamativo ver su alma que buscaba desprenderse de todo (su auto tan querido, su horno pizzero y tantas cosas…). Su alma ya estaba predispuesta para dejarse llenar de lo que verdaderamente vale la pena: de los anhelos por la vida eterna.
Su espíritu agradecido fue reflejo de una vida colmada y ofrecida hasta el final.
“Cuando aceptamos el sufrimiento y lo ofrecemos a Dios y a la Virgen, se convierte en semilla de bendición para muchos.”
— P. José Kentenich
Gracias, Genaro
La Familia del Santuario eleva hoy un profundo agradecimiento por la vida de Genaro De Fazio, quien no solo sirvió con fidelidad, sino que también supo gestar clima de familia con su esposa, en torno al Santuario.
Nos alegra saber que ya se encuentra en la presencia de nuestra querida Mater, a quien él tanto amó y sirvió, y ante la cual nosotros lo imaginamos ahora intercediendo. Pedimos que nos haga presentes frente a Ella, del mismo modo que nosotros lo tendremos siempre presente aquí, en su Santuario.
Hna María Sol