Cada Adviento, el Santuario de Nuevo Schoenstatt vuelve a convertirse en un hogar donde los peregrinos encuentran luz, consuelo y orientación. En estas semanas donde la Iglesia nos invita a prepararnos para la llegada de Jesús en la próxima Navidad, los servidores del Santuario, realizan un ejercicio profundo de escucha: ¿qué traen en el corazón quienes se acercan? ¿Qué voces del tiempo, qué búsquedas, qué heridas, qué anhelos se están manifestando hoy?
De ese discernimiento comunitario nace cada año un lema que ilumina todo el ciclo de Adviento y Navidad. No es una frase elegida al azar, ni una consigna decorativa. Es una palabra de Dios descubierta en el corazón de su pueblo:
Este año, la voz que emergió con fuerza fue clara y unánime:
“María, Estrella de la Esperanza, guíanos al Niño”.
La necesidad urgente de esperanza
Quienes servimos en el Santuario vemos llegar peregrinos que muchas veces traen el alma cansada. Cargan ansiedad, angustia, desorientación. Otros llegan sin palabras, sin poder nombrar lo que les pasa; saben que necesitan algo, pero no pueden explicar qué. Vivimos en un tiempo marcado por ritmos vertiginosos, vínculos frágiles, heridas que no terminamos de procesar, duelos que pasamos por alto, dolores que quedan sin nombre en el fondo del corazón.
Esa acumulación silenciosa de experiencias no elaboradas —como compartía la Hermana en la entrevista— va generando una oscuridad interior. No una oscuridad moral, sino existencial: esa sensación de “hay algo adentro que no sé qué es, pero pesa”, esa angustia que aparece sin causa aparente, esa desorientación que paraliza.
Y es allí, precisamente allí, donde este lema se vuelve un regalo:
**María aparece como estrella en la noche.
Como luz que no enceguece, sino que acompaña.
Como guía suave, materna, segura.**
Su mirada —esa mirada que tantos peregrinos describen como sorprendentemente viva— tiene la capacidad de desatar un llanto que libera, que purifica, que ordena el corazón. Frente a la oscuridad de no saber por dónde caminar, ella orienta. Frente a la soledad interior, ella cobija. Frente al agobio, ella serena.
Guíanos al Niño
El lema no se queda en la figura de María. Nos conduce a su centro: su Hijo.
“Guíanos al Niño” es una súplica, pero también una certeza. María no nos retiene; nos conduce siempre hacia Jesús. Y lo hace de un modo profundamente humano: primero nos abraza, nos sostiene, nos da un lugar donde reposar; luego nos muestra al Niño como la verdadera respuesta a la búsqueda interior.
Porque solo Jesús puede devolvernos la alegría que dura, esa que no se evapora ante una dificultad. Solo Él puede reorganizar nuestra vida desde dentro, sanar las heridas, mostrarnos el camino, ayudarnos a recuperar la dignidad que a veces sentimos perdida.
Por eso este lema no es solo una oración: es un itinerario espiritual para este tiempo.
El gesto pastoral: anudar nuestra súplica en la Estrella de la Esperanza
Este año, el gesto del ciclo invita a dar un paso sencillo pero profundo.
Cada peregrino recibirá una cinta, signo de la súplica personal que trae en el corazón: una intención, un agradecimiento, una búsqueda, una herida, un pedido de luz.
Con esa cinta, cada uno podrá acercarse al Santuario y anudarla en la gran estrella que se colocará junto a su entrada.
Este signo expresa algo muy concreto:
María recoge lo que llevamos dentro y lo presenta al Niño Jesús, convirtiendo nuestras sombras en esperanza.
Es un gesto comunitario, visible y lleno de fe: miles de cintas, miles de historias, unidas en una misma oración que asciende desde el Santuario.
Un camino compartido
El Santuario acompaña este lema y este gesto con celebraciones, espacios de oración y propuestas pastorales para que cada peregrino pueda vivir un Adviento distinto, más consciente, más profundo, más filial.
Queremos que cada persona que llegue al Santuario —físicamente o a través de las redes— pueda experimentar lo que María ofrece:
un corazón donde descansar, una estrella que orienta, una mano que guía hacia Jesús.
Que este ciclo de Adviento y Navidad sea para todos un tiempo de luz.
Un tiempo para reencontrarnos con nuestra pequeñez y dejarnos amar.
Un tiempo para pedir, con confianza de hijos:
María, Estrella de la Esperanza, guíanos al Niño.
Podés ver el programa completo de Radio María donde la Hna María Sol nos cuenta todo sobre el gesto y lema de este ciclo
