En estos días de novena hemos caminado juntos buscando albergue para que se haga posible el nuevo nacimiento de Jesús HOY en nuestro entorno, en nuestras vidas.
El aire de la mañana todavía era gélido cuando José terminó de ajustar la última cincha del aparejo. Sus dedos, callosos por años de trabajar el cedro y el roble, se movían con una delicadeza inusual. No estaba asegurando una carga de madera, sino el sustento de su vida entera.
En este día de la novena, cuando escuchamos el Evangelio en la mañana, de tu visita a Isabel, te vemos como la mujer que siempre se pone en camino, la que lleva al Niño incluso antes de nacer, la que abre puertas, la que enciende corazones.
Hoy la Virgen peregrina del Adviento, Estrella de la esperanza quiere llegar al corazón de todos los misioneros y misionados de la Campaña de la Virgen Peregrina del Santo Rosario.
La familia llegó a diciembre cansada. No era un cansancio de un día largo, sino ese cansancio profundo que se acumula cuando el año pesa más de lo esperado.
María, Madre del Adviento y Señora del Santuario, hoy las Madres queremos ponernos en camino con vos. Venimos como estamos, con nuestras búsquedas, alegrías y cansancios, y te pedimos que nos conduzcas hacia tu Niño.